Autocuidado, bienestar y autoestima
Detrás de cada tratamiento estético hay algo mucho más profundo que un cambio físico. Para muchas mujeres —madres, profesionales, cuidadoras, jefas de hogar— el acto de agendar una consulta facial es, en realidad, un acto de reconexión. Es retomar un espacio, en medio de una rutina que muchas veces pone a los demás por delante.
Vivimos en un mundo acelerado, con múltiples roles que exigen atención constante. En ese contexto, el autocuidado suele quedar en un segundo plano. Pero lo cierto es que el estrés, el cansancio y la sobrecarga emocional no solo afectan el ánimo: también se reflejan en la piel, en el rostro y en cómo nos percibimos a nosotras mismas.
Diversos estudios han demostrado que mejorar el aspecto de la piel tiene efectos positivos en la autoestima, el bienestar emocional y la motivación diaria —especialmente en mujeres que atraviesan etapas exigentes, como la maternidad o altos niveles de estrés (Gupta & Gupta, Psychology, Health & Medicine, 2013).
Agendar un tratamiento o una evaluación es una desición consciente de priorizarse
En la consulta con la Dra. Camila Bustos, el objetivo no es transformar tu rostro ni ajustarlo a un ideal. Cada evaluación se basa en la escucha activa, el respeto por tus tiempos y la elección de tratamientos que se alineen con tus necesidades.
No se proponen tratamientos innecesarios ni se busca responder a estándares externos: la prioridad es lograr resultados naturales, sostenibles y que se alineen con la identidad de cada persona.
El cuidado facial no debería ser visto como un acto de vanidad, sino como una herramienta legítima para mejorar el bienestar. Al igual que una buena alimentación o el descanso, incorporar tratamientos médicos-estéticos bien indicados puede ser una forma concreta de cuidar la salud emocional y reforzar nuestra autoestima.