La toxina botulínica es un neuromodulador que actúa bloqueando de manera temporal la contracción de los músculos responsables de las arrugas de expresión. Al relajar estos músculos, se suavizan las líneas dinámicas del rostro, logrando una apariencia descansada, rejuvenecida y natural.
Este tratamiento es ampliamente utilizado en medicina estética facial, no solo por sus efectos estéticos, sino también por su capacidad preventiva. Cuando se indica correctamente, permite conservar la expresión sin congelar el rostro, y prevenir la formación de arrugas más profundas con el paso del tiempo.
a. Líneas del entrecejo (glabela)
b. Frente
c. Patas de gallo (zona periocular)
d. Sonrisa gingival
e. Bandas platismales en cuello
f. Bruxismo o hipertrofia masetérica
El valor depende de las zonas a tratar, las unidades requeridas y el objetivo estético o funcional del tratamiento. Cada paciete requiere una dosis diferente, por lo que es fundamental una evaluación personalizada para entregar un plan adecuado, seguro y con resultados acordes a tus expectativas.
Los efectos comienzan a notarse entre 3 a 5 días después de la aplicación, alcanzando su efecto máximo a los 10 a 14 días. El resultado es un rostro más relajado, armónico y con menor tensión muscular en las zonas tratadas.
No. Puedes retomar tus actividades normales de inmediato. Solo se recomienda evitar acostarse o hacer ejercicio intenso durante las primeras 4-6 horas posteriores a la aplicación, y no masajear ni frotar la zona tratada.
No. La toxina botulínica tiene un efecto temporal. Su acción desaparece progresivamente a medida que el músculo recupera su movilidad. Para mantener los resultados, es necesario repetir el tratamiento de forma periódica, idealmente antes de que se recupere completamente la contracción muscular.